Hongos medicinales y superalimentos entre las innovaciones premiadas por su aporte al agro

La iniciativa reconoce los proyectos más novedosos para mejorar algunos tipos de alimentos, para proteger a otros, y para mejorar también la salud humana.

17-ago-2017

La creación de nuevos medicamentos para tratar enfermedades neurológicas como el alzhéimer, el párkinson y la Esclerosis Lateral Amiotrófica es la meta de un grupo de investigadores chilenos que estudian hongos nativos, los cuales producen sustancias que pueden actuar como fármacos. Ya se han identificado varias de ellas, las que se están probando en los laboratorios del Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica.

"Es un procedimiento similar gracias al cual se obtuvo la rapamicina, el antibiótico que científicos canadienses encontraron en el suelo de la Isla de Pascua y que hoy incluso se usa para reducir el rechazo a los trasplantes", explica Lorena Barra, ingeniera agrónoma, encargada de gestión de calidad del Banco de Recursos Genéticos que el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (Inia) mantiene en Chillán.

La investigadora hoy será premiada por su proyecto de estudio de los hongos chilenos con el fin de obtener nuevas terapias para enfermedades cerebrales.

En la ocasión también serán galardonados otros 25 proyectos en distintas categorías. "Queremos reconocer así el trabajo de los equipos de investigación del Inia", dice su director nacional, Julio Kalazich. Este trabajo es fundamental para enfrentar los desafíos de una agricultura sustentable en tiempos de cambio climático.

Abejorro nativo

Domesticar al abejorro chileno para potenciar la polinización de cultivos como el tomate o los arándanos es el proyecto de la doctora en entomología Patricia Estay.

"El abejorro nativo de color anaranjado, que se veía mucho en la zona central y sur del país, ha ido disminuyendo en número", advierte esta investigadora. Por eso, su trabajo de preservación de este insecto es importante, ya que puede polinizar los cultivos incluso cuando hay temperaturas frías, entre 1 °C y 5 °C. Esto complementa la labor de las abejas que polinizan sobre los 14 °C.

"Nosotros los criamos en el laboratorio en cajas especiales, con un alimento que es una mezcla de pólenes específicos, y allí ellos forman sus nidos y sus colonias", explica Estay.

Un proyecto que sorprendió a sus propios autores es el que lidera la doctora en Ciencias Agrarias Constanza Jana y que busca poner en valor el pepino dulce del valle del Limarí.

"Se trata de un cultivo que vemos en la Región de La Serena, donde los suelos que son muy salinos producen un estrés en este cultivo que hace que sus frutos sean muy dulces y más ricos en antioxidantes que productos como el melón o la sandía", explica Jana. Además, contiene vitamina C en cantidades similares a los cítricos, y es rico en potasio. Pero pese a su gran calidad, la sal del suelo impide que este cultivo tenga un buen rendimiento.

Por eso, lo que se busca ahora es darle protección territorial al cultivo y poder ofrecerlo en el mercado como un fruto propio del valle del Limarí, que es algo apreciado en otros países. "En Estados Unidos hay una variedad Golden de pepino, en que reconocen que tiene material genético de la Región de Coquimbo; o sea, que lo obtuvieron acá", dice Jana.

En la India, en tanto, se llevan a cabo estudios con una proteína del pepino para destruir tumores, los que han tenido éxito en animales de experimentación, por el momento.

Superalimento

Es reconocido a nivel mundial que la quínoa chilena es de gran calidad y es la que contiene un mayor porcentaje de proteína, entre 15 y 16%, comparada con la boliviana y la peruana, que contiene, 10 y 13%.

Ahora, el doctor en mejoramiento de plantas Cristián Alfaro intenta obtener una o dos quínoas con un genotipo que permita un cultivo de óptima calidad.

"De 300 grupos de plantas que tenemos, hemos trabajado en identificar los de mejor material genético para distintas zonas del país", explica.

Así se han obtenido 10 genotipos que se han observado cómo se adaptan a las condiciones climáticas y de suelo de las regiones Tercera, Sexta y Octava, además de la Metropolitana.

Las pruebas ya las han hecho por tres años consecutivos. Lo que se espera es que se obtenga uno o dos tipos de plantas para ser registradas, lo que permite proteger este recurso genético nacional.

Todos los proyectos premiados que incluyen material genético ya sea de plantas, animales o microorganismos, deben tener su material de estudio guardado en el banco que el Inia mantiene con este fin en la Octava Región.

Fuente: Economía y Negocios

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