Rol de las escuelas de negocio en el sistema de innovación regional: Algunos desafíos

Columna de Opinión de Jorge Espinoza Benavides. Académico Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas - Universidad Católica de la Santísima Concepción - Chile

19-oct-2017

La zona de confort de los miembros de una comunidad académica, en el ámbito de los negocios y de la economía; es desempeñarse dentro de la llamada "torre de marfil"; esmerándose en generar publicaciones científicas, procesos docentes acreditables y una visión de extensión más orientada a participar en congresos, seminarios o charlas; que en procesos vinculantes y bidireccionales entre la universidad y su entorno. Lo anterior denota un cierto carácter de ensimismamiento y hermafrodismo que pone en riesgo la capacidad real de liderar procesos de cambio y contribuir con el progreso de un territorio.

Lo antes dicho ya está más que demostrado por estudios aplicados, como el Global Entrepreneurship Monitor (GEM); que confirman una débil relación entre universidad y su entorno respecto a procesos de transferencia e innovación, ello bajo la perspectiva de expertos que evalúan esta interacción a nivel de todo el país y de diferentes regiones de Chile (Según se informa en reportes GEM de los últimos años, tanto a nivel país como en regiones).

Expresado lo anterior, surgen un par de preguntas clave ¿cuál es el rol que deben desempeñar las escuelas de negocio en el sistema de innovación regional? y ¿Cuáles son los principales desafíos de estas escuelas, en ese contexto?

Sobre el rol, lo más relevante es salir de la torre de marfil (fácil decirlo, difícil lograrlo) o, al menos, las escuelas de negocio deben mostrar una mayor vocación que otras facultades de su misma universidad por salir a interactuar y relacionase con el entorno, a mi juicio, para detectar problemáticas de mercado y sociales que deban ser abordadas científica y creativamente por los diferentes procesos de investigación, docencia y vinculación; e integrarse de forma orquestada con otras facultades y centros, interna y externamente (según el problema), para desarrollar colaborativamente soluciones innovadoras. Esto conlleva mirar la innovación desde una perspectiva diferente a como es más cómodo y habitual hacerlo en un ambiente académico: Primero generar conocimiento, luego transformarlo en tecnologías, validar la tecnología, patentarla y transferirla (vía licencias o nuevos negocios). Esta cadena que funciona en algunas grandes universidades de Chile debe repensarse, adaptarse y complementarse al aporte que puedan hacer las escuelas de negocio; desde el proceso de detección de oportunidades del entorno.

De lo anterior se desprenden tres desafíos que pueden ayudar a las escuelas de negocio a convertirse en espacios más relevantes, en materia de innovación.

Desafío 1: Seleccionar y trabajar colaborativamente con aliados estratégicos del entorno, que contribuyan con la detección y validación de problemáticas que se puedan resolver de forma innovadora. Estos aliados deben poseer competencias para obtener parte o el total del financiamiento que se requiera para desarrollar y gestionar la solución innovadora.

Desafío 2: Orquestar el ecosistema interno de innovación y emprendimiento de la universidad, para que de forma coordinada y colaborativa las escuelas de negocio aporten a la cadena de valor interna de la innovación. Esto requiere el compromiso de las autoridades superiores de la universidad, quienes deben visualizar la innovación como parte esencial del quehacer universitario, mostrar compromiso desde el punto de vista de financiar la coordinación interna en este ámbito; y creer que las escuelas de negocio pueden hacer una aporte significativo en esta materia.

Desafío 3: Académicos, estudiantes y profesionales "ambidiestros". Las escuelas de negocio deben fortalecer las capacidades teóricas y prácticas de sus docentes, estudiantes y profesionales de apoyo; para que sean capaces de formar y participar de una interfaz "universidad - mundo real" que sea dinámica y productiva en la ideación, desarrollo y concreción de innovaciones. Lo anterior demanda hacer un esfuerzo, que en Chile, no se ha atrevido a concretar ninguna universidad, referente lograr que una parte significativa de los currículums de las carreras de pre y posgrado (arbitrariamente indico, al menos, un 50%) estén vinculados a actividades prácticas de resolución de problemas reales.

Estos desafíos permiten proyectar cómo deben funcionar escuelas de negocio que aporten concretamente con la innovación regional, pero tengo la convicción que también muestran pautas de cómo funcionarán las universidades más exitosas en el futuro.

Fuente: Universidad Católica de la Santísima Concepción

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